febrero 22, 2011

De pelotas y mesas


La vida es un juego, un juego de ping-pong, y nosotros somos las pelotitas. Rebotamos de un lado a otro, lo bueno no pasa sin que pase algo malo, lo malo tampoco pasa sin repetirse peor. Del ping preciso de la buena suerte y la fortuna, al pong con loop spin que responde el Karma, así vamos pasando las redes que se cruzan en nuestro camino. Parece un juego simple, que parte en el primer saque y luego se repite hasta la eternidad: nos golpean y nos levantamos, saltamos las piedras del camino y volvemos a caer. Aparentemente, un ciclo sin fin.

Pero como en todo juego, hay ganadores y perdedores. Los ganadores son aquellas pelotas certeras que caen en el área y que definen el game luego de un breve ir y venir, y luego se limitan a rebotar felices hasta el fin. Los perdedores, en cambio... esos pierden en el primer saque, son los que nacen y están destinados a sufrir, los que giran con efecto desde el principio y nunca descubren el lado al que tienen que ir. Seguirán con aquellos botes disparejos, esperando su momento de genialidad; en algún momento, quizás, rebotarán con chanfle y luego de un giro espectacular caerán fuera, fuera de la cancha, fuera de las expectativas. Como dije, ese juego seguirá inmutable, hasta que el árbitro anuncie el final del partido....
O hasta que la pelota caiga lejos y el perro se la coma.