Para conseguirlo seré indiferente: ¡¿cómo se atreve a no mirarme?! Debería retorcerse en el lodo y el estiércol, humillarse ante mi perfección... y cuando lo haga, volveré a ignorarlo, le haré sentir lo poco que vale, para tenerlo siempre atrapado en su admiración de lo que valgo yo.
Cuando este hombre sea mío voy a devorarlo entero una y otra vez porque sé que nunca saciaré mi hambre de él.
Pero mientras no lo consiga... esperaré sentada hasta tener el valor y las ganas de enfrentarme a la vergüenza, esperaré como siempre lo he hecho porque nada más soy capaz de hacer, esperaré porque esperar es siempre la salida más fácil.