Me levanté al baño por culpa de la maldita sed que me da siempre cuando quiero arrancar de las cosas... y encontré a mi madre sentada, con el ceño enojado. "¿Qué te pasa, mamá?", le pregunté, creyendo que estaba molesta conmigo por no haber bajado a saludarla cuando llegó.
- Tres meses- fue su respuesta.
-¿Tres meses para qué?- pregunté yo, confundida.
- ... De vida- me dijo, y me miró con los ojos llenos de lágrimas.
Y yo, como buena hija que soy, la abracé en mi imaginación, pero en la realidad, sólo fui capaz de darme media vuelta, tragarme el nudo en la garganta y acostarme a dormir.
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