noviembre 13, 2010
noviembre 08, 2010
noviembre 04, 2010
Vacaciones
El Perro

A veces quiero ser como una tortuga. Tener un caparazón duro como la piedra, y tan feo por fuera como por dentro (¿no lo es ya?). Sólo me falta poder esconder mi cabeza y así, ni lo que pienso, ni lo pensado, ni lo por pensar tendrían manera de hacerse realidad.
noviembre 03, 2010
Cicatriz
septiembre 04, 2010
Constatación de los hechos.
agosto 03, 2010
Live like a DOG!
Yo tengo un perro, que ve (y es) en dos colores. Parece una pequeña montaña nevada, en la que alguien esparció chocolates rolls, o un empolvado con manjar, dan ganas de comérsela. Tiene ojitos color naranja (y no miento) y su carita es mitad blanca y mitad negra, con sus pestañas correspondientes. Cuando huele, su nariz se mueve hacia los lados y sus bigotes del cachete derecho son más cortos porque se los corté hace unos años, por curiosidad. Tiene cuatro olores distintos, el hediondito de invierno, el olor a dormida, el olor a perrito mojado y el de recién bañada. El último es poco frecuente.
Come muchas cosas, y tiene preferencia por las cosas que no puede digerir: alpiste, castañas, piñones, peluches y plástico. Su comida favorita es Doko, aunque le compramos Champion.
Puedo decir que ama a mi mamá más que a mí, y también que me respeta menos, pero la conozco tan bien que puedo hacerla dormir en mis brazos y saber que es lo quiere y cuando lo quiere.
La gente no entiende por qué la quiero tanto, ni por qué le aguanto sus mañas, ni porqué gasto tanta plata para consentirla
La única respuesta que tengo para ellos es que lo hago porque se lo merece.
Por eso, vengo a recomendarle a todos que hagan lo que hace un perro: coman cuando quieran, lloren cuando quieran... cuando algo les molesta, cuando quieran ver a alguien, cuando no puedan dormir. No aguanten que nadie le haga daño a un ser querido, estén alertas y dejen que los engañen, recuerden que la magia es también un engaño. Corran aporvechando cada minuto, huelan el pasto y den besos locos a quien se les de la gana. En el fondo: hagan lo que quieran, cuando quieran y como quieran... la vida es muy corta y Dios no juzga por lo correcto de tus actos sino por la verdad en ellos.
A la Dumbi.... la quiero como no quiero a nadie, porque es un perro y porque me enseñó a vivir.
abril 24, 2010
Once there was a boy who had a family. He loved his family, his family loved him. He was happy.
One day, he ate an egg, and dicovered the reality of the world: we humans feed from love, life, and selfishness.
So he decided to become a vegetarian.
And then, life was good.
abril 20, 2010
Los Tres (parte 1)
Recién levantada, con los ojos hinchados de tanto llorar, las ojeras como dos pozos negros bajo sus ojos azules y los cabellos desgreñados escapándose del moño severo en todas las direcciones posibles, prepara el desayuno bajo el incesante goteo de la lluvia que parece cantar sus dolores. Esa lluvia se cuela a través del techo, las paredes, y penetra en los colchones, la ropa, la piel, calando los huesos y el corazón. Todo está frío, hasta sus ganas de vivir.
Alguna vez fue una princesa. Una linda doncella de ojos claros y cabellos rubios, que esperaba, soñadora, a que su príncipe azul llegara montado en un corcel. Y como princesa soñó con ser una reina, y ahora sobre lo único que puede reinar es el montón de cartones que tapa las paredes de madera agujereada que hacen su casa. Eso y las tres almas que respiran agitadas sobre la única cama que hay en la inestable morada.
Y sigue preparando el desayuno, unas migas de pan que sobraron del día anterior al de ayer, una bolsa de té tan mojada por las lágrimas y el uso que ya apenas da algo de color, y sólo la esperanza de compañía. Así se sienta en un banco cojo, al lado de una mesa de tres patas sobre la cual hay un mantel con tres manchas redondas, quizás por las goteras, quizás son los dibujos de sus niños que no tiene más papel que una vieja mesa de madera y un tosco lápiz de carbón. Los ojos azules se llenan de lágrimas una vez más, aunque ella ya no recuerda si son de felicidad o de tristeza, qué diferencia hay. Qué importancia tiene en realidad.
Lentamente despierta a sus hijos, y los tres la miran desorientados. Quizás todavía no se acostumbran al nuevo hogar, piensa ella, o quizás estaban soñando con suculentos banquetes servidos en platos de oro y copas de cristal, o con paseos bajo la luz de la luna en alfombras voladoras, o viajes al espacio y otras cosas, nadie sabe como funciona la imaginación de los niños, piensa. Y también piensa, a lo mejor es una pesadilla, y le da mucha pena no poder protegerlos también en los sueños, pero es que el poder de una madre no llega tan lejos.
Mientras los viste les cuenta su historia, que trata de viajes al pasado y fiestas de alta sociedad. Yo viajé en un cohete, les cuenta, y tan rápido íbamos, mi madre, mi padre, mi hermana y yo, que de pronto nos encontramos en la época de los dinosaurios, y nos dio tanto miedo, tanto miedo, que lo único que le pedíamos al de arriba era que nos protegiera, porque eran unas bestias tremendas de grandes. Todo eso les dice, y trata de hablarles bien para que aprendan, y estudien y consigan un trabajo, y no tengan que levantarse como ella, años más tarde, sabiendo que tiene que regalarlos, porque ella no es capaz de cuidarlos. Regalarlos, o adaptarlos, no se acuerda bien de cómo se dice, pero al fin y al cabo, qué importancia tiene eso en realidad.
Y esos tres pares de ojos, claros como los de ella, la miran atentamente, soñando despiertos. Entonces ella los mira y su corazón se llena de felicidad y orgullo, porque los tres tienes sus tres corazones latiendo fuerte, y sus tres “celebros” funcionando bien, y los tres la aman a pesar de que ni ella puede amarse.
Los sienta en tres bancos de madera, medio podridos, medios húmedos, y les sirve leche en tres tazones de plástico distintos, que algún buen samaritano decidió regalarle alguna vez. Saca los últimos tres trozos de pan guardado, mientras ella se arregla el cabello y se moja la cara para despertarse.